Concurso internacional de escuelas de cómic y manga 2022
Guion 1 (proporcionado por pixiv)

Tema: Viajes

Personajes, personalidad y relación

  • Mago o maga (se describe en masculino, pero el género queda a la interpretación del lector):
    Un mago inmortal. A cambio de su inmortalidad, toda la sangre, lágrimas y cualquier otro fluido que salga de su cuerpo se convierte en joyas. Debido a su temor por que otros utilicen las joyas con fines malignos, siente que no puede confiar ni en su propia familia, por lo que ha pasado los últimos 150 años desconfiando de todo el mundo y sin apenas relacionarse con los demás. Dedica su tiempo a investigar la magia para encontrar una forma de eliminar esta maldición que le provoca soledad, miedo y codicia, pero por mucho que se esfuerce no logra avanzar en su investigación y ya se ha hartado de esa vida inmutable.
  • Niño:
    Sus padres querían vendérselo a unos extranjeros, pero consiguió huir a tiempo y desde entonces vaga sin rumbo. Nota que el mago es un cliente habitual de la joyería y que siempre va cargado de joyas, por lo que decide adentrarse en la casa del mago para robarle.

Mundo

En este mundo, cualquiera puede convertirse en mago siempre que pague un precio. Este precio varía según su mes de nacimiento: hay quienes adquieren formas bestiales en algunas partes de su cuerpo y otras en fuego o hielo o incluso en partes que causan daño a todo aquello que les rodea. Estas personas suelen ser víctimas de prejuicios y discriminación. Los magos capaces de crear joyas a partir de sus cuerpos suelen ser secuestrados, encarcelados o utilizados con fines malignos, por lo que pocos están dispuestos a pagar el mismo precio que nuestro protagonista para convertirse en mago.

Guion

Ese día me había quedado dormido. No logro recordar con qué soñaba, pero probablemente con algún recuerdo de mi infancia.

De repente sentí otra presencia en algún lugar de mi casa. Inmediatamente activé más de una decena de hechizos y aparecí justo delante del intruso para determinar si debía ahuyentarlo o matarlo.

—¿Quién eres y qué estás haciendo aquí?

El intruso, sobresaltado, se volvió hacia mí. Me di cuenta de que se trataba de un niño con un pequeño cuchillo y un saco en la mano.

Oh, no. Otra vez no.

Me invadió una sensación de melancolía. Ahora hasta este niño intentaba robarme las joyas. Me entristeció y enfadó a partes iguales.

Pero entonces el chico me sorprendió con algo inesperado.

—T-tienes comida, ¿verdad? Siempre te veo en el mercado comprando mucha comida.
—¿Y qué si ese fuera el caso?
—¡D-dame algo de comer!

El chico agarró su pequeño cuchillo con ambas manos, apuntándolo hacia mí. Suspiré y derretí el cuchillo con un sencillo movimiento de dedo.

—¡Ay, quema! ¿Qué ha pasado?

Apreté el dedo índice contra el cuello del joven, quien inconscientemente dejó caer su cuchillo. Luego, en voz baja, lo amenacé.

—No sé cuáles son tus intenciones, pero no hay razón para dejarte salir de aquí con vida. Es demasiado tarde para lamentarse, esto es por tu culpa.

Clavé la punta del dedo en la piel del chico. Se puso a llorar y me pidió disculpas.

—¡Aaah! ¡Lo siento, lo siento! ¡Todo es culpa mía!

Esto me pilló desprevenido y retiré el dedo índice de la piel del chico, que se desplomó sollozando y con hipo. ¿Qué debería hacer? No podía dejar al pobre chico ahí, así que le dije:

—Entra, te daré algo de comer.

Mientras le hacía señas para que entrara en mi casa, el chico se levantó, todavía entre sollozos.

Mi primera visita en 150 años se sentó en el sofá de la sala de estar, esperando a que le trajera algo de comer. El joven aceptó agradecido el pan y la sopa de verduras que le ofrecí y empezó a comer. Le pregunté al chico por qué se dedicaba a robar. Entre lágrimas, respondió:

—Mis padres me vendieron. Me escapé justo antes de que me llevaran al extranjero. Desde entonces he estado rebuscando en el mercado, pero allí ya no queda comida, así que...

El desesperado muchacho decía la verdad. Había lanzado en secreto un hechizo para detectar mentiras, pero no reaccionaba a sus palabras.

—Siempre te veo salir de la joyería y comprar comida, así que te seguí hasta aquí.

—¿Acaso no has pensado en las consecuencias de que te pillen?

—Sí, pero hace días que no pruebo bocado...

Si es el hambre lo que le ha llevado hasta aquí, significa que no sabe nada sobre mi condición de mago ni sobre mi poder. El chico ha despertado mi interés.

Decidí proponerle un trato.

—Estudio magia aquí, pero la verdad es que ya estoy harto. Estoy pensando en viajar por el mundo durante un año. Si estás dispuesto a acompañarme, puedo proporcionarte comida y ropa. ¿Qué me dices?

Durante todo un año, el chico y yo viajamos por desiertos, tierras gélidas, océanos y montañas. Coincidí con muchos magos alrededor del mundo.

Estos otros magos se mostraron intrigados de ver a un joven sin poderes mágicos acompañándome en mi viaje. Al chico, por su parte, le hacía mucha ilusión vivir rodeado de tanta magia. Gracias a ello, mis conversaciones con los otros magos resultaron muy fructíferas.

Le enseñé que los magos, sean de donde sean, deben pagar un precio para adquirir sus poderes. Como era de esperar, el chico preguntó por el mío.

—¿Qué precio pagaste tú para convertirte en mago?

Le mostré una de mis joyas y le expliqué que mi pago era que mi sangre y mis lágrimas se convertían en joyas.

El chico se quedó observando la joya con expresión de asombro.

—¡Pero eso es genial! No es un precio, es un regalo. Es un don, un poder que te ha dado el mismísimo Dios.

No pude discutir las inocentes palabras del chico.

¿Realmente puedo llamar a esto un regalo? He pagado un precio que he sufrido durante ciento cincuenta años.

Pero el chico seguía maravillado con mi "regalo", y su sonrisa tan pura desvaneció mis oscuros pensamientos. Para él, mi precio era una bendición, y yo era incapaz de contradecirlo. Empecé a preguntarme si había cometido un error al querer deshacerme de este precio que pagué por mi magia.

Decidí preguntar directamente al chico.

— Entonces, ¿crees que es un error que quiera librarme del precio que he pagado por mi magia?

El niño lo sopesó durante un instante y respondió:

—No sé tú, pero a mí tu poder para crear joyas me parece increíble. Creo que sería triste perderlo.

El chico tan solo estaba fascinado por lo que veía ante sus ojos. Habría sido fácil descartar sus opiniones sin más, pero fui incapaz de hacerlo. Pasado un año, al volver a casa, guardé todas mis investigaciones mágicas y la forma de deshacerme de mi precio en una pequeña caja.

La casa, completamente vacía, ahora parecía aún más espaciosa. El joven no era consciente del impacto que sus acciones habían causado en mí.

Algún día, un mago que, como yo, odie el precio que pagó por su magia, encontrará esta caja y heredará los conocimientos que guarda.

Decidí seguir viajando con el chico para descubrir todo aquello que el mundo aún nos escondía.

Presiento que llegará el día en el que podré llamar don a mi precio.

--------------------

Fuente: La joya y el mago,de Tohro Hokoma, ganador del premio Maestros de la magia para nuevos talentos, de la edición de octubre del proyecto pixiv SUKI1 «Contratos mágicos y deudas»